Georgia: Por las calles de Tbilisi

Georgia: Por las calles de Tbilisi

Tbilisi es una ciudad muy antigua, localizada en una ubicación estratégica en la antigua Ruta de la Seda, y fue dominada por un gran número de diferentes imperios, cómo los persas, turcos, bizantinos y mongoles. Pero principalmente, ha sido la capital del país durante sus momentos independientes desde el siglo XII.

La ciudad se encuentra ubicada en un estrecho valle alrededor del río Kurá, y rodeada de montañas por todos lados, cuenta con un clima bastante agradable comparada con otras ciudades georgianas, es a su vez la ciudad más importante del país con alrededor de un millón y medio de habitantes.

Llegué por la tarde, el avión, llegó a Kutaisi, desde allí tomé un bus, que después de un largo, pero hermoso trayecto me dejó en una parada sobre una avenida principal. Cerca de ahí había una casa de cambio, así que me dirigí ahí a cambiar mis poderosos dólares.

Hecho esto me interné en el corazón de la ciudad, al caminar por esa calle, me sentí fuera de lugar, todo parecía extraño, decadente, destartalado, aún así con ese particular encanto que tienen los lugares viejos y abandonados.

Primeras impresiones.

Viejos cafés a los lados de las banquetas agrietadas con enormes árboles, olores a especias e incienso, tiendas de fachada descolorida que ofertan productos extraños para mí, en edificios que recuerdan las ciudades europeas, con un toque de oriente.

No me terminé de convencer.

Pero el amor entra por la boca, así que me dirigí a un restaurante bastante elegante para mí gusto, y decidí probar el khachapuri, gracias a la recomendación de un amigo armenio que había conocido en el bus.

Esperaba un pan de tamaño regular sin el mayor drama, me sorprendió ver llegar un enorme plato con un pan en forma de barca, con queso, mantequilla y un huevo, suficiente para alimentar a un pequeño ejército.

Khachapuri adjaruli, simplemente delicioso.

Estómago lleno, corazón contento, se hacía tarde, así que caminé a lo largo de la famosa avenida Rustaveli, una amplia avenida de estilo muy europeo con un par de toques caucasicos, algunos de los edificios más importantes de la ciudad están ahí cómo el parlamento de Georgia, las iglesias.

Plaza de la Libertad.

Llegué a la Plaza de la Libertad, que es el corazón de la ciudad, una plaza con elegantes edificios rodeándola, un ambiente bohemio con música en vivo, perfecta para sentarse un momento a disfrutar del ambiente y por ahí en una callecita antigua, el hostal, un edificio viejo, pero que había visto mejores tiempos, a juzgar por su escalinata de mármol.

El hostal estaba repleto de rusos, viviendo temporalmente fuera de su patria para evitar ser obligados a ir a la guerra. Todos ellos jóvenes, aunque no los traté mucho, porque no hablaban inglés, y yo no hablo ruso, me parecieron personas agradables y con todo un futuro por delante.

Segundo día: La Tbilisi modesta

El segundo día comenzó con el pie derecho, después de un buen descanso, tocó salir a buscar el desayuno, pero primero me dediqué a vagar por las callecitas estrechas, y encontré vecindarios con autos de la época soviética aparcados y ropas tendidas al sol.

Calles de un vecindario en la ciudad vieja.

Después de un rato más, entré a una pequeña cafetería en un callejón, que ofrecía comida recién horneada, y atendida por una amable mujer.

La tiendita era un encantador rincón, lleno de jarrones de barro, flores y mesitas de madera, en otra habitación había un tradicional horno de leña.

Una panadería georgiana.

Armado de mis mejores señas, le pedí permiso para tomar algunas fotos y le pedí que me vendiera el platillo mas recomendable, a lo que procedió a entregarme un khachapuri de queso, “Enjoy”-me dijo- y vaya que lo hice, al khachapuri a menudo lo describen frecuentemente como la pizza Georgiana, y se puede decir que si, es un pan similar al hojaldre, relleno de un queso sabroso y ligeramente salado, sencillo pero delicioso.

El lugar y la dueña.

El siguiente destino fue un lugar que había visto la noche anterior: la iglesia de Metheki, que se ubica en una colina a orillas del río Kurá.

Fui en plena semana santa, así que había bastante actividad allí.

Desde los jardines de la iglesia puede apreciarse la fortaleza de Narikala, además de un gran número de iglesias. Paseando y tomando fotos, me topé con un grupo de personas de la India, estudiantes en la ciudad, me recomendaron un par de lugares, hablamos de la ciudad, de nuestros países, etc, siempre es bueno tener un pequeño intercambio cultural.

Iglesia de Metheki, sobre su acantilado.

Seguí subiendo la colina para llegar a la iglesia de la Trinidad, la más importante de Georgia, pero me llamaron la atención algunas calles callejones y me dediqué a pasear por ellos, conforme te internas en ellos se estrechan más y es fácil darse cuenta que han estado ahí por generaciones enteras, es impresionante lo decadentes y tradicionales que se ven las pequeñas casas, eso sí, llenas de vida, que se aprecia fácilmente por la ropa secándose al sol y las vides plantadas en el exterior (muchos georgianos tienen vides en sus casas y hacen su propio vino).

Uno de los pequeños callejones.

Para tomar un descanso, continue hasta llegar a un pequeño parque, estaba lleno de niños jugando y personas tomando el sol, con las colinas, la fortaleza y las viejas iglesias de fondo.

Las iglesias… Desde cualquier punto en Tbilisi puedes ver iglesias, que con sus techos puntiagudos y redondeados recuerdan a la silueta de un castillo de esos de los cuentos.

Vista hacia la fortaleza de Narikala.

Un punto que no puede faltar es la iglesia de la Trinidad, la más grande del país, que con su techo dorado destaca sobre el resto, así que siguiendo un camino empinado entre puestos de comida callejera puedes acceder a ella.

La catedral es impresionante, especialmente por su arquitectura única para las personas de países no ortodoxos, y el exterior se pinta solo para tomar excelentes fotos, ya que cuenta con amplios y elegantes jardines.

El impresionante exterior de la catedral.

El interior es igualmente interesante, con un gran parecido al de una iglesia católica, pero a la vez con una sensación diferente, tal vez es la falta de bancas donde sentarse, o los cantos ortodoxos, pero se siente como un lugar muy solemne e inmenso.

Para comer, elegí un khachapuri de carne con papas de un pequeño local, y me senté en una banca de un parque. Mientras terminaba, llegaron varios adolescentes con un balón de voleibol, después de preguntarles algunas cosas me uní a ellos en su juego, casi no nos entendíamos, pero el deporte siempre es una buena manera para comunicarse.

Momento de relajarse un rato, y un gran lugar para ello es el parque Rike,que tiene una gran cantidad de áreas donde hay desde arte hasta comida. Ahí se encuentra uno de los símbolos de Tbilisi: el puente de la Paz, un caprichoso puente peatonal de acero y cristal que conecta las dos orillas del río.

Puente de la Paz (Al centro).

La fortaleza de Narikala era el siguiente reto, localiza en la punta de una colina, luce muy de cuento de hadas vista desde el centro de la ciudad.

El ascenso no es complicado, después de un breve ascenso de pendiente muy empinada, se entra a la fortaleza y de ahí se puede caminar por todo el interior de la muralla, hasta alcanzar la cima, dónde se puede apreciar la mejor vista de toda la ciudad y se observa perfectamente el contraste: las viejas iglesias, edificios soviéticos, los modernos rascacielos y los tejados rojos de la zona histórica.

Vista al casco Antiguo (Y parte del moderno).

La fortaleza en sí está prácticamente en ruinas. Lo que en sus buenos tiempos debió ser una fortaleza impresionante y difícil de conquistar, hoy sólo quedan los restos, que de todos modos, son asombrosos.

Toda la cima de la colina es un lugar diseñado para hacer caminatas, apreciando las vistas de la ciudad al fondo, y muy cerca de ahí se encuentra la Madre Patria, una enorme escultura que es orgullo de Georgia.

Así que después de un día de caminata, tocó ir a cenar, los tradicionales khinkali, una especie de dumplings rellenos de carne muy representativos de la cocina Georgiana.

Tercer día: La Tbilisi Elegante

Pasé buena parte del día con un amigo alemán que había conocido en el viaje a Kazbegi, una gran persona que además habla diez idiomas, sorprendente la gente interesante que puedes conocer, compramos pan en una panadería tradicional ubicada en un sótano y charlamos un buen rato sobre la ciudad.

Un gran lugar para caminar es la calle Ioane Shavteli, que es exclusiva para peatones y está llena de encantadores restaurantes y monumentos cómo la torre del reloj, una peculiar construcción digna del mismo Picasso.

La poco convencioal Torre del Reloj.

Justo en el casco antiguo, se encuentran los famosos baños sulfurosos de Tbilisi, según la leyenda, la razón de la fundación de la ciudad, hay una gran variedad de ellos, principalmente de estilo oriental y que son famosos debido a sus propiedades curativas.

Uno de los famosos baños.

Muy cerca de ahí, se encuentra un arroyo atravesado por pequeños puentes de madera que viene serpenteando y rodea la ciudad, hay un camino que se puede seguir por toda la orilla, hasta llegar a una bella cascada, justo ahí en plena ciudad.

¿Cascadas? Aquí también las hay.

La ciudad, al estar rodeada de tantos conflictos, estuvo rodeada de murallas durante gran parte de su historia y en el casco auntiguo aún se encuentran fragmentos de las viejas murallas. Un buen lugar ver las murallas e imaginar cómo se veía la Tbilisi medieval es caminar a lo largo de la calle Nikoloz Baratashvili, las murallas tienen antiguos edificios cubiertos de enredaderas construidos sobre estas, perfectos para tomar fotos.

Murallas de la ciudad vieja.

Junto a las murallas se encuentra la plaza Orbeliani, un lugar lleno de árboles y bancas donde sentarse, tiendas y especialmente, ahí se encuentra una gran cantidad de puntos de venta de flores, la variedad es digna de admiración, alrededor de la plaza, se encuentra el que es posiblemente el distrito más elegante de la ciudad, y que resulta especialmente atractivo para los amantes del Art Nouveau, ya que se encuentra lleno de edificios de este estilo, y resalta especialmente con su sus alrededores, tiene un aire muy europeo, fácilmente se podría confundir con algún distrito de Budapest.

Flores por todos lados.

Hablando de Europa, por todos lados en Tbilisi se puede ver ondeando la bandera georgiana y a su lado, la de la Unión Europea, una institución a la que el país anhela desesperadamente pertenecer.

A pesar de su ubicación en Asia, y las dificultades económicas, Georgia se considera a sí misma un país europeo, ya que la religión, cultura e historia lo unen a este continente.

Continuando con el recorrido y justo a la orilla del río Kurá, se encuentran el parque Dedaena, si se va de noche, se encuentra con el ambiente moderno  de la ciudad, manifestaciones artísticas, deportes, musica pop y vida nocturna, y sólo separado por una calle se encuentra el parque 9 de Marzo, dónde hay una gran cantidad de puestos de artesanías locales, y puedes encontrar espadas, cuernos, vajillas y un gran número de pinturas.

Las artesanías son todo, menos aburridas.

A continuación lo mejor que se me ocurrió fue caminar por la calle Davit Aghmashenebeli, una linda avenida con una parte peatonal rodeada de elegantes casonas y restaurantes, y en su parte más amplia se encuentra la parte más globalizada de la ciudad, con tiendas multinacionales y rodeada de elegantes y enormes construcciones de una gran variedad de estilos. Y apenas a pasos de esa avenida puedes internarte en las calles más viejas y llenas de árboles que caracterizan a la ciudad.

Los elegantes edificios de la avenida t Aghmashenebeli.

Y así pasando el tiempo entre las calles de Tbilisi llegó el momento de irse, antes de hacerlo, probé la tradicional sopa georgiana Kharcho, y me dirigí a la estación de minibuses rumbo al siguiente destino. Me había costado llegar a la ciudad, todo parecía raro al inicio, pero ahora que tocaba despedirse, ahora me costó hacerlo.

La última comida en Tbilisi.

Las ciudades europeas son encantadoras, pero a veces son casi demasiado perfectas, tan así que pueden llegar a sentirse un tanto artificiales, y es que a veces, lo lindo de la vida, son justamente los defectos, lo no tan perfecto, lo que hace que en su conjunto todo sea más interesante y auténtico.

Eso aplica para esta ciudad.

Tbilisi lo tiene todo: lo moderno y lo tradicional, lo globalizado y lo comunista, lo elegante y lo decadente; pero si me dan a escoger algo de Tbilisi, yo elijo quedarme con las callejuelas empinadas y las viejas casitas de ladrillo, que cuentan la historia de un país lejano y especial.

Resumen de gastos

Comida

  • Khachapuri adjari 10 GEL ($4.4 USD)
  • Khinkali 7.5 GEL ($3.0 USD)
  • Kharcho 12 GEL ($4.79 USD)
  • Comida callejera (Los precios varían) Total 16.5 GEL ($6.6 USD)
  • Supermercado 7 GEL ($2.8 USD)

Alojamiento

  • 2 noches 36 GEL ($14.4 USD)

Transporte

  • 1 uso del bus 1 GEL ($0.40 USD)

Total 90 GEL ($36 USD, $650 MXN)

Consejos finales

La comida en Georgia, principalmente la callejera, es buena y barata, por lo que no resulta costoso comer fuera, además, el agua de la llave es potable, por lo que no tendrás que gastar en eso.

El sistema de transporte es muy bueno y puedes pagar directamente con contactless.

Es especialmente recomendable perderse en los callejones de la ciudad vieja, que te hacen sentir como si estuvieras viajando a atra época.

Los mejores lugares para tomar fotos son la Fortaleza de Narikala, el casco antiguo, y la iglesia de Metheki.

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